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martes, 4 de mayo de 2010

EL OLIVO FIEL


EL OLIVO FIEL
«Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honrará a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?» (Jueces 9: 9).

Los árboles, según esta parábola, estaban bajo el gobierno de Dios y no querían rey; pero se rebelaron y salieron de su verdadero lugar, buscando, al igual que los hombres caídos, hacer su propia voluntad y tener un rey. Al rebelarse buscaron ganar a su partido a aquellos árboles mejores que habían quedado fieles.



I. LAS VERDADERAS PROMOCIONES NO DEBEN SER ARREBATADAS.

La pregunta en tales casos es: ¿En qué consiste mi deber? El énfasis tiene que ser puesto en mi deber. Si Dios me ha dado peculiares dotes o alguna gracia especial, ¿tengo que jugar con estos dotes, tengo que abandonarlos para ganar honores en mi favor? (Neh. 6:11).

Una posición más alta siempre parece deseable, pero ¿es justo obtenerla a cualquier precio? (Jer.45:5).

¿Puedo yo esperar la bendición divina sobre esta extraña obra? Ponga la pregunta en los casos de riqueza, honor, poder que se nos presentan. ¿Tengo que arrebatarlos a riesgo de perder la paz, ser menos santo, tener menos oportunidad de orar o venir a ser menos útil?


II. LAS VENTAJAS ACTUALES NO TIENEN QUE SER DESDEÑADAS.

La mayor ventaja en esta vida es ser útiles, tanto a Dios como a los hombres. «Con el cual honro a Dios y a los hombres», dijo la oliva. Nosotros debemos apreciar de todo corazón este alto privilegio.

Debemos también hacer frente a las tentaciones con la reflexión siguiente:
        ¿Que la propuesta es tentadora? «Sí; pero ¿debo por ello dejar mi grosura?» Para un olivo esto sería antinatural; para un creyente dejar la grosura de la vida santa sería mucho peor (Juan 6:68).
        Que las consecuencias serían terribles. ¿Qué sería para nosotros dejar la gracia, la verdad, la santidad y a Cristo? Recordad a Judas.
        Que terminaría todo en un desengaño, pues nada puede compensar el dejar el Señor. Todo lo demás es muerte (Jeremías 17:13).


III.      LA TENTACIÓN TIENE QUE SER SOPESADA.

Debemos arraigarnos más fuertemente. La mera proposición de dejar nuestra gordura espiritual debe hacernos aferrar más a ella.

Debemos mostramos tan contentos, y hablar con tanto entusiasmo de nuestro estado de gracia, que nadie se atreva a tentarnos. Cuando Satanás nos ve felizmente establecidos en nuestra fe, tendrá que dejar toda esperanza de derribarnos.

Muchos, para obtener un salario más alto, han dejado compañerismos santos y preciosas oportunidades de escuchar la Palabra de Dios y crecer en la gracia. Tales personas son tan insensatas como lo serían los indios que dieron su oro a los españoles a cambio de pedazos de espejo. Las riquezas obtenidas mediante empobrecimiento del alma son siempre una maldición. Aumentar vuestro negocio de modo que no podáis asistir a los cultos de entre semana es haceros más pobres; dar los tesoros del cielo y recibir cuidados terrenos es una mala permuta. - Jorge Herbert.

SALUDOS Y BENDICIONES!! 


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