Etiquetas
- Adrian Rogers (6)
- Carlos Spurgeon (31)
- Dios (2)
- Jesús (1)
- Paul Washer (18)
- adoracion (2)
- apostasia (1)
- cristianismo (1)
- discipulado (10)
- estudios biblicos (13)
- evangelio (5)
- fondos de pantalla (1)
- iglesia (2)
- jovenes (2)
- martires de la fe (1)
- materiales cristianos (1)
- mensajes (3)
- oracion (3)
- pecado (2)
- recursos cristianos (5)
- sermones (31)
Las mejores Web Cristianas
viernes, 16 de abril de 2010
El afán de la Vida
El afán de la Vida
Mat 6:25 Por tanto os digo: No os acongojéis por vuestra vida, qué habéis de comer, o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir: ¿no es la vida más que el alimento, y el cuerpo que el vestido?
Mat 6:26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni allegan en alfolíes; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros mucho mejores que ellas?
Mat 6:27 Mas ¿quién de vosotros podrá, acongojándose, añadir a su estatura un codo?
Mat 6:28 Y por el vestido ¿por qué os acongojáis? Aprended [de] los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan;
Mat 6:29 mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria fue vestido así como uno de ellos.
Mat 6:30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios la viste así, ¿no [hará] mucho más a vosotros, [hombres] de poca fe?
Mat 6:31 No os acongojéis pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos?
Mat 6:32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que de todas estas cosas tenéis necesidad.
Mat 6:33 Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Mat 6:34 Así que, no os acongojéis por lo de mañana; que el mañana traerá su congoja: basta al día su aflicción.
25. Por tanto os digo: No os congojéis—“No seáis solícitos”. Aquí se condena aquella ansiedad, aquella preocupación que nace de la incredulidad y la desconfianza. (Véase Flp._4:6).
Por nada estéis afanosos; sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en todo con oración y ruego y acción de gracias. por vuestra vida, qué habéis de comer, o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir—En Lc._12:29 el Señor añade: “Ni estéis en ansiosa perplejidad”. El apóstol Pablo nos asegura que cuando estamos “por nada afanosos”, mas lo encomendamos todo “en oración y ruego, con hacimiento de gracias” a Dios, “la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará nuestros corazones y nuestros entendimientos en Cristo Jesús” (Fil_4:6-7); es decir, librará tanto nuestros sentimientos como nuestros pensamientos de agitaciones indebidas, y los guardará en santa calma. Más cuando encomendamos nuestra condición temporal a nuestro propio criterio, nos metemos en aquel estado inestable contra el cual nuestro Señor exhorta a sus discípulos. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo que el vestido?—Si Dios, por tanto, da y cuida lo que es de mayor importancia: la vida y el cuerpo, ¿detendrá lo que es de menor importancia, como lo son el alimento y el vestido que sirven para sostener la vida y proteger el cuerpo?
Por nada estéis afanosos; sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en todo con oración y ruego y acción de gracias. por vuestra vida, qué habéis de comer, o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir—En Lc._12:29 el Señor añade: “Ni estéis en ansiosa perplejidad”. El apóstol Pablo nos asegura que cuando estamos “por nada afanosos”, mas lo encomendamos todo “en oración y ruego, con hacimiento de gracias” a Dios, “la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará nuestros corazones y nuestros entendimientos en Cristo Jesús” (Fil_4:6-7); es decir, librará tanto nuestros sentimientos como nuestros pensamientos de agitaciones indebidas, y los guardará en santa calma. Más cuando encomendamos nuestra condición temporal a nuestro propio criterio, nos metemos en aquel estado inestable contra el cual nuestro Señor exhorta a sus discípulos. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo que el vestido?—Si Dios, por tanto, da y cuida lo que es de mayor importancia: la vida y el cuerpo, ¿detendrá lo que es de menor importancia, como lo son el alimento y el vestido que sirven para sostener la vida y proteger el cuerpo?
26. Mirad las aves del cielo—en el v. 28, dice: “reparad”, observad bien; y en Lc._12:24 : “considerad”, como para aprender de ellas la sabiduría. que no siembran, ni siegan, ni allegan en alfolíes; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros mucho mejores que ellas?—más nobles en vosotros mismos y más queridos delante de Dios. El argumento aquí es de lo menor a lo mayor; pero ¡qué rico en detalle! Las aves, como criaturas irracionales desprovistas de la facultad de raciocinar, son incapaces de sembrar, cosechar y almacenar; sin embargo, vuestro Padre celestial no permite que perezcan, mas las sostiene sin que ellas tengan que seguir estos procedimientos. ¿Permitirá, pues, Dios que sus mismos hijos, quienes procuran todas las cosas necesarias para su sustento, confiando en él a cada paso, perezcan de hambre?
27. Mas ¿quién de vosotros podrá, congojándose—con ansiosa preocupación—añadir a su estatura un codo?—“Estatura” difícilmente sería la traducción indicada aquí. Primero, porque el tema es la prolongación de la vida, mediante la provisión de los alimentos y ropas necesarios; segundo, porque nadie soñaría con añadir un codo, como cuarenta centímetros, a su estatura, mientras que en Lucas (Lc._12:25-26) lo que aquí se indica está representado con las palabras “lo que es menos”. Pero si tomamos la palabra en su sentido primario de “edad” (porque “estatura” es sólo un sentido secundario), la idea será ésta: “¿Cuál de vosotros, aunque ansiosamente os congojéis por ello, podrá agregar tanto como un paso a lo largo del camino de la vida?” Comparar lo largo de la vida con medidas de esta clase no es ajeno al lenguaje de las Escrituras (compárese Salmo 39:5; 2Ti_4:7, sig.). Si se entiende así este versículo, el sentido es claro y el enlace natural. En esto están de acuerdo los mejores críticos.
28. Y por el vestido, ¿por qué os congojáis? Reparad—observad bien—los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan—como los hombres, sembrando y preparando el lino. ni hilan—como las mujeres.
29. Mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria fue vestido así como uno de ellos—¡Qué enseñanza más incomparable! Mejor es que lo dejemos sin comentario, en su claridad trasparente y rica sencillez.
30. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios la viste así—aquí se hace referencia a las flores silvestres que son cortadas con el pasto, el cual habiendo sido secado por el calor sirve como combustible. (Véase Jam_1:11). ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?—El argumento aquí es hermosísimo. “Aunque es muy esplendoroso el despliegue de las flores que cubren los campos, el cual es superior a toda la grandeza artificial de los hombres, éste dura sólo por un momento; sois encantados por él hoy, y mañana se va; vuestras mismas manos lo han echado al horno. ¿Podrán entonces los hijos de Dios quedar desnudos, si Dios los ama tanto y los ha investido de una vida que no perece? El no dice: “¿No serán ellos vestidos con ropajes más hermosos?” sino “¿No los vestirá más a ellos?” siendo sólo esto lo que él desea que tengan ellos asegurando (compárese Heb_13:5).
Heb 13:5 Sean las costumbres [vuestras] sin avaricia, contentos de lo presente (porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.)
La expresión “hombres de poca fe”, que nuestro Señor usa repetidas veces al dirigirse a sus discípulos (cap. 8:26; 14:31; 16:8), difícilmente se considerará como una reprensión por causa de alguna manifestación de incredulidad de parte de ellos, en aquella fecha tan temprana, y delante de semejante concurrencia. és sólo su manera de reprender suavemente el espíritu de incredulidad, tan natural, aun en los mejores de los hombres, quienes están rodeados por un mundo materialista, y así despertar en ellos un deseo sano de deshacerse de este espíritu.
31. No os congojéis pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos? 32. Porque los Gentiles buscan todas estas cosas—más bien, “persiguen”. Como los gentiles no conocen nada de concreto más allá de la vida presente que despierte sus aspiraciones ni ocupe su suprema atención, ellos naturalmente persiguen los objetos presentes como su principal y único bien. ¡A qué altura por encima de ellos eleva Jesús aquí a sus discípulos! que vuestro Padre celestial sabe que de todas estas cosas habéis menester—¡Qué preciosa es esta expresión! El alimento y la ropa son reconocidos como necesarios a los hijos de Dios; y el que pudo decir: “Nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo lo quisiere revelar” (cap. 11:27), también dice con una autoridad que nadie más que él podría pretender: “Vuestro Padre celestial sabe que de todas estas cosas habéis menester”. ¿No os bastará esto, vosotros los necesitados de la familia de la fe?
33. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas—Este es el gran resumen del discurso. En un sentido estricto, estas palabras tienen que ver solamente con el tema de la presente sección, o sea el estado correcto del corazón respecto a las cosas celestiales y terrenales; pero como se presentan en la forma de una breve exhortación. Son tan comprensivas en su alcance como para abarcar todo el tema de este discurso. Y, como para hacer más evidente esto, las dos notas claves de este gran sermón: “el reino” y “la justicia” del reino, parecen ser incluidas a propósito, como los dos grandes objetos en cuya búsqueda suprema todas las cosas necesarias para esta vida nos serán añadidas. El sentido exacto de cada palabra en este versículo áureo debe ser pesado con cuidado. “El reino de Dios” es el tema primario del Sermón del Monte; aquel reino que el Dios del cielo está levantando en este mundo caído, en el cual se encuentra toda aquella porción de la familia de Adán que ha sido espiritualmente recuperada, los cuales son súbditos del Mesías quien es su Cabeza y Rey. “Su justicia”, tan ampliamente descrita e ilustrada de varias maneras en las porciones anteriores de este discurso, se refiere al carácter de los súbditos del reino. La “búsqueda” de estas cosas significa el acto de hacer de ellas el objeto de su suprema elección y afán; y el buscarlas “primeramente” es buscarlas antes y por encima de todo lo demás. “Todas estas cosas” que nos serán añadidas si buscamos el reino de Dios y su justicia, son justamente “todas estas cosas” que las últimas palabras del versículo anterior nos aseguraron de que “nuestro Padre celestial sabe que habemos menester”; es decir, todo lo que necesitamos para la vida presente. Y cuando nuestro Señor dice que serán “añadidas”, se da a entender, como cosa natural, que los buscadores del reino y su justicia tendrán estas cosas como su porción lícita y primaria: siendo lo demás su recompensa gratuita por no haberlas buscado. (Véase ilustración de esto en 2Ch_1:11-12). Lo que sigue no es sino una reducción de esta enseñanza general en una forma práctica y lista para el uso diario.
34. Así que, no os congojéis por el día de mañana: que el día de mañana traerá su fatiga—(o, según algunas autoridades textuales, “traerá para sí”)—tendrá sus motivos propios de ansiedad. basta al día su afán—¡Una máxima admirable y práctica! Cada día trae sus propios cuidados; y el anticiparlos es sólo duplicarlos.
Espero sus comentarios
Bendiciones!!!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario
AQUI PUEDES HACER TUS COMENTARIOS